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22 de enero de 2012

Lazos de Sangre / Thicker than Water


"-¿Quién es?

-No lo sé. Nadie lo sabe, en realidad. A veces aparece por alguno de los asentamientos, montado en esa enorme motocicleta que parece salida del infierno. En cuanto reconoces el cráneo de quimera que tiene en el frontal te cagas encima ¿sabes? El tipo entra entonces en los garitos, se sienta en un taburete, pide algo que podría desatascar una cañería y deja tranquilamente una bala sobre la barra.

-¿Una bala?

-Sí, una puta bala. Es de lo que va el juego. Si alguien tiene los arrestos que hacen falta, coge la bala y entonces está hecho ¿comprendes? A la mañana siguiente ambos tendrán una cita para ver quién desenfunda más rápido.

-¿Y dices que eso lleva pasando más de cien años? ¿es que ese tipo no se muere nunca? ¿nadie ha sido más rápido que él?

-Coño, casi nadie ha sido más rápido que él. Algunos sí, por supuesto. Pero ahí está la clave: el cabrón no se muere. No se muere nunca, aunque lo dejes como un colador. Es por eso por lo que la gente sigue cogiendo esa bala: si por algún casual eres un hijo de perra tan duro que puedes ganarle en un duelo de pistolas, el tipo se levanta, se sacude el polvo y te hace un regalo. Un regalo tan jodidamente bueno que merece la pena correr el riesgo.

-¿Y qué se supone que es?

-Un poco de su sangre. Mira, chaval, ese tipo tiene algo especial corriendo por sus venas. Y esa mierda, se supone, cura cualquier enfermedad y hace que cualquier paleto de aquí a Liberty pueda beber whisky y joder putas durante dos vidas.

-Chorradas.

-Ja, justo lo que diría cualquier tipo con los pies en el suelo. Pero fíjate, cuando lo vi entrar en ese tugurio hace ya un cojón de tiempo, y poner la maldita bala sobre la barra, tuve que replantearme las cosas al instante. Y deberías estar lamiéndome el culo en este momento, chico, porque si no llego a coger esa puñetera bala, tu madre habría muerto por esa sucia epidemia y tu no estarías aquí gorroneando mi tabaco."

Leyendas sobre los Inmortales, El Precio de la Libertad.


* * * * *


"-So who is he?

-Dunno. No one does, actually. Times he would just pop up ‘round a settlement, riding that huge-ass bike of his, looks straight from hell. Chimera skull will scare the shit right out of a folk, y’know. So the guy would just walk into a joint, take a sit, order something could unclog a drain, leave a bullet on the counter while he drinks, not even half a word.

-A bullet?

-Motherfucking bullet. Y’see, that’s his game. Anyone got what it takes, folk would grab the lead and it’s done. Come noon, they both have a date, settle who can draw the fastest.

-More than a hundred years this has been goin’ on? Man never dies? No folk around faster ‘n him?

-Shit, barely any folk been faster ‘n him. Some have, of course. But that’s the point: motherfucker won’t die. Won’t die ever, no matter you leave him full o’lead. That’s why folks still take the bullet: it transpires you are a tough enough sumbitch you can beat him in a pistol duel, guy would just get up, shake the dust off, give you a present. Good enough a present to take the chance, you ask me.

-So what is it?

-Bit o’blood. See, kid, man has sumthin special running through his veins. Shit’s supposed to cure whatever illness, make it so any folk you choose from here to Liberty can drink whisky ‘n’ bed harlots for two lives.

-Bullshit.

-Heh, so would say any folk got his feet on the ground. But it so happens, when I saw the man walk into the room that one long-gone time, had to sort my mind out on the spot. And you ought be kissing my old ass ‘bout now, kid. I didn’t get that damn bullet, your mom would have been killed by that blasted epidemic, you wouldn’t be standing here, bumming my cigars.”

Legends of the Immortals, The Price of Liberty.

Relato por Gary Arkham. Traducción por James Arkham. Basado en hechos reales.

20 de julio de 2011

El Precio de la Libertad, en las manos de Manzanedo



"¡Oh! ¿Qué es eso? ¿De dónde viene esta potente luz de pura alucinancia que ciega mis ojos y me hace oler a sangre, humo y asfalto?"

Tranquilo. Esta joya que ves es obra de A. J Manzanedo y al fin podemos compartirla con todos vosotros. En ella podéis ver a Jimmy El Santo y un misterioso vaquero luchando furiosamente contra las Quimeras en el profundo corazón de uno de sus nidos, levantados sobre las centenarias ruinas de los viejos espaciopuertos. Jimmy El Santo, provocándose una terrible agonía, hace uso de su mutación, unos zarcillos orgánicos que como látigos despedazan lo que encuentran en su trayectoria. El otro individuo, con el rostro esculpido en piedra y una fría determinación, vuela los sesos de las voraces bestias que les acorralan.

¿Y qué significa esto? ¿Que estamos escribiendo un juego de rol? ("¡Sí, por favor, hacedlo!")

Pues no. Desde luego no por ahora. Como ya dijimos, estamos elaborando una ambientación propia donde jugar nuestras campañas. Ambientación que en la medida de nuestras posibilidades vamos a compartir íntegramente con todos vosotros en el blog, artículo a artículo. Con el tiempo, nuestra intención es generar suficiente material como para ofrecer una ambientación completa y única, pero por ahora una cosa es tener material para que lo usemos a nivel de grupo de juego; y otra muy distinta tenerlo redactado y presentado de forma decente para poder compartirla con los demás. Así que llevará su tiempo.

Como se trata de una ambientación que estamos escribiendo desde cero, encargamos esta preciosa ilustración a Manzanedo porque deseábamos ver en sus trazos lo que pululaba vaporosamente en nuestra mentes. Y ya, de paso, tener algo con lo que presentar nuestra ambientación a la altura de cualquiera que pudiera leer este blog.

Elegimos a Manzanedo porque su calidad es indiscutible, su estilo encaja perfectamente con el tono oscuro de la ambientación y porque está claro que se ha convertido en todo un referente para cualquier rolero español. Tenemos que agradecerle profundamente su interés, su dedicación y el enorme cariño que ha puesto en este trabajo. Manzanedo, eres un auténtico crack.

Y mientras vamos subiendo más material, si os interesa el asunto no dudéis en echarle un ojo a la introducción al trasfondo. Podéis leerla aquí:



16 de julio de 2011

Campaña El Precio de la Libertad: Introducción. Parte III


"And freedom, oh freedom,
well, that's just some people talking.
Your prison is walking
through this world all alone"

The Eagles - Desperado

"Mientras las naves ascendían, alejándose para siempre, no hubo gritos, llantos ni maldiciones. Sólo el silencio atroz de cuantos quedaban vivos, contemplando el cielo con la mirada fija y vacía, incapaces de asimilar la magnitud de lo que estaba pasando. En tierra, nuestro pasado en llamas. En el cielo, nuestro futuro desvaneciéndose.

Esa imagen cambió algo dentro de nosotros para siempre, aunque no sabíamos qué era. Para muchos, todo terminó aquella noche. Otros no tuvimos más remedio que intentar sobrevivir en un mundo devastado y hostil. La guerra terminó al instante. Ya no tenía sentido luchar; los que quedamos en tierra no teníamos intereses mayores, ni pertenecíamos a países diferentes. Todos formábamos parte de un pueblo único y nuevo: el de los abandonados.

Era el caos. La guerra y las inmundicias químicas que usamos como armas acabaron con la mayor parte del alimento, así que pronto las hambrunas comenzaron a hacer estragos. Sin nada que comer y con armas de sobra, la violencia y el saqueo nos embrutecieron. Nos matábamos los unos a los otros por algo que echarnos a la boca, y los actos más abominables fueron cometidos en aquellos tiempos de desesperación. Cuando no nos dábamos caza nosotros mismos, se encargaban las numerosas bestias mutantes que rondaban a los supervivientes, o las enfermedades y plagas a las que volvimos a ser vulnerables.

Croatoa, además, no desapareció. El virus se adaptaba, y con cada nueva cepa el mundo cambiaba un poco más. Conforme el número de supervivientes disminuyó, adoptó formas menos letales y agudas, y comenzó a propagarse por todo ser vivo: plantas, animales, bacterias... Los efectos más obvios se manifestaban en los humanos, cuyo ADN modificado seguían dando lugar a mutaciones, aunque no tan descontroladas como en la fase inicial del brote. Los humanos sanos miraban a menudo a estos individuos con temor y repugnancia, y muchos de ellos fueron marginados y condenados a sobrevivir por sí mismos.

No pasó mucho tiempo hasta que nuevos individuos quisieron construir sobre los huesos y la ceniza un mundo nuevo acorde a sus propios ideales. Iluminados de distinta naturaleza con más armas o más carisma que el resto, que se rodearon de personas asustadas dispuestas a renunciar a mucho por algo que les alimentara y les protegiera de los horrores que acechaban en la oscuridad. Comenzó una nueva era, donde surgieron numerosos asentamientos, uno por cada tirano que conseguía congregar a su alrededor a suficientes seguidores por medio de promesas o de la fuerza. Nos volvieron a embaucar y, a cambio de nuestro fanatismo y nuestra sumisión, no obtuvimos otra cosa que más violencia, más miseria, y lo que era todavía más peligroso: el riesgo de volver a cometer los errores del pasado.

Entonces ocurrió algo que no pudieron prever, algo que volvió a frenar la rueda de la Historia. En alguna parte, una radio comenzó a sonar. Desde dónde emitía, nadie lo sabía entonces, como no lo sabemos ahora. Ni tampoco de quién era la voz que pronunció las palabras que lo empezarían todo:

Pagad el precio de la libertad.

El rumor se extendió como el fuego. En un mundo más oscuro y más aislado que nunca, sin comunicaciones, formado por comunidades cerradas y resentidas las unas con las otras, había algo que todos podían oir. Algo sobre lo que podían pensar por sí mismos, sin nadie que les dijera cómo hacerlo. Y entonces la radió empezó a emitir música. Quién elegía las canciones, de dónde venían, de quienes eran las voces que sonaban... Todo eso daba lo mismo. Esas canciones fueron la única cosa bella que todos podían compartir desde hacía mucho tiempo. La gente comenzó a fabricarse sus propias radios, y a reunirse en torno a ellas. Las guardaban como tesoros de valor incalculable, y sobrevivían cada día para el momento en el que una nueva canción que no habían escuchado brotaba de la estática. La radio fue dotada de un caracter reverecial, casi sagrado, y su música empezó a hacer mella en las mentes de la gente. Soñabámos despiertos con todo aquello sobre lo que cantaban las voces del pasado, e inevitablemente llegó el momento en el que miramos a nuestro alrededor, y decidimos que queriamos algo más.

Muchos tiranos trataron de luchar contra la influencia de la radio, en ocasiones con éxito. Pero la mayor parte de las ciudades-estado autocráticas quedaron heridas de muerte por las misteriosas consignas que se repetían en los rincones. Una a una, en silencio o en llamas, fueron cayendo los gobiernos tiránicos, pero no hubo un frente unido o una bandera alternativa. Ningún ejército marchó liberando las ciudades: cada comunidad libró su propia batalla y pagó el precio de la libertad. La humanidad volvió a sumirse en la anarquía, pero esta vez estaba prevenida contra la autoridad; demasiadas veces había sido traicionada. Con la ayuda de las misteriosas voces provenientes de la radio, surgió un nuevo sueño de libertad.

Ha llovido mucho desde entonces. Hemos intentado no olvidar ese sueño, pero aún queda mucho trabajo por hacer. Algunos luchamos por construir una sociedad mejor, pero el precio de la libertad debe pagarse cada día y hay quien extiende peligosas ideologías, viejas y nuevas. Las secuelas del virus Croatoa suponen amenazas evidentes, como las quimeras y el hambre; y también amenazas más sutiles, como el odio a los no humanos. Ahora sabemos que a lo máximo que podemos aspirar es a un poco de libertad, a costa de un sufrimiento y un esfuerzo constante, pero no podemos conformarnos con menos. Ya no.

No es fácil, y no lo será más en el futuro. Pero yo seguiré viajando, contando mi historia, hasta el fin de los tiempos si es necesario para que nadie olvide lo que he visto: la traición de las naves en el cielo, la muerte de la esperanza y el nacimiento de un mundo nuevo. Así que dile al sheriff que deje de enviar hombres: ni soy un predicador ni soy un loco. Lo que soy, amigo mío, es un testigo. ¿Alguna pregunta?"

21 de noviembre de 2010

Campaña El Precio de la Libertad: Introducción. Parte II.


"Now they're planning the crime of the century
Well what will it be?
Read all about their schemes and adventuring
It's well worth a fee
So roll up and see
And they rape the universe
How they've gone from bad to worse
Who are these men of lust, greed, and glory?
Rip off the masks and let's see.
But that's no right - oh no, what's the story?
There's you and there's me
That can't be right "

Supertramp - Crime of the Century



"Croatoa era más que un arma biológica. Más que un virus. Era la herramienta definitiva para la empresa por la que la humanidad había luchado con más pasión y celo que por cualquier otra: su propia aniquilación.

Durante la guerra, el armamento biológico había sido el responsable del mayor número de bajas. Con el armamento nuclear desmantelado desde hacía décadas, las diferentes potencias encontraron en las plagas diseñadas un sustitutivo mucho más adecuado a sus intereses. Sus efectos eran lentos, terroríficos e indiscriminados; perfectos para acabar con sus enemigos y doblegar su moral. Los cuerpos abotargados de los muertos se amontonaban en hospitales, barracones y campamentos de refugiados por igual, mientras los ingenieros de uno y otro bando trabajaban continuamente para sintetizar antídotos y diseñar nuevos horrores que propagar entre sus enemigos.

Croatoa fue la consecuencia de una carrera tecnológica en pos de conseguir el arma perfecta, en una guerra de trincheras que se había estancado. Los ensayos preliminares habían tenido un éxito escalofriante, y el tiempo apremiaba. Los frentes se habían fragmentado, y en cada país una docena de guerras tenían lugar al mismo tiempo. Los proyectos de colonización estaban practicamente finalizados, y las naves eran objetivo prioritario. Muchos embarcaderos habían resultado destruidos a lo largo de la guerra, sumiendo a sus países en la desesperación de una derrota militar y existencial. Los que todavía poseían los medios para conquistar el futuro para sí sonreían, pero también vivían con el temor de sufrir un destino similar. En el caos de una guerra total, cualquier día podía ser el último para los que aún podían mirar al cielo con ambición.

Con el tiempo, la guerra también nos alcanzó a nosotros. Nuestra ventaja geográfica, que tantas veces nos había salvado en el pasado, no servía de nada contra supersoldados de habilidades casi sobrenaturales, ni contra las bacterias potenciadas en laboratorio que infectaban el aire que respirábamos y destruían nuestras fuentes de alimento. Al final, Estados Unidos estaba tan arrasada como el resto del mundo, y se desangraba con cientos de batallas a lo ancho y largo de su territorio. Poco a poco, los frentes se estrecharon más, estrangulando a nuestros líderes y a la población en torno al gigantesco embarcadero que habíamos construído cerca de la capital. Era el más grande del país, y, por lo que sabíamos, probablemente el único embarcadero intacto que quedaba en occidente. Pero bastaría para llevar a miles al paraíso, y todos lucharon con valentía para obtener un puesto en su tripulación.

En ese embarcadero habiamos levantado los centros de investigación más potentes del país, y allí los científicos crearon el virus Croatoa: un organismo diseñado para dañar cada célula de su huésped, sin resistencia antigénica, atacando directamente a su material genético. Dotado de la capacidad para propagarse por el aire y con un potencial de infección asombroso, podría acabar indiscriminadamente con la población de un país pequeño en cuestión de semanas. Se sintentizó una vacuna que pasó las pruebas básicas, y que se guardó para un caso de emergencia. No se distribuyó entre la población, dijeron, para asegurarse de que no caería en manos del enemigo.

La situación se volvió crítica cuando tuvo lugar la batalla más grande que nuestras tierras jamás hubieron presenciado, a las puertas de la ciudad de Washington, donde nuestros ejércitos y los de nuestros enémigos se enfrentaron con una furia y un fanatismo sin par, a la sombra de las grandes naves. Nosotros, desesperados por proteger nuestra única esperanza; ellos, ciegos por arrebatárnosla. La tierra se teñía de rojo, el suelo temblaba y los interminables campos de refugiados se estremecían de miedo. Mientras, en alguna lujosa sala a salvo de la masacre, un grupo de personas con nuestro destino en sus manos tomó una decisión. No les costó mucho. Apretaron un botón, y liberaron a Croatoa.

Al principio, no pasó nada. Luego, miles gritaron de agonía. Retorciéndose por las calles, convulsionando en el campo de batalla, deformados por los cientos de tumores que les devoraban por dentro. Soldados, civiles, hombres, mujeres y niños. Todos por igual. Salvo ellos, claro. Aquellos que eran importantes, aquellos con el poder para apretar botones y liberar el horror. Aquellos con el poder de comandar ejércitos desde la retaguardia, de sintetizar armas desde la seguridad de sus laboratorios. Ellos sonreían a salvo, inoculados con la única vacuna que existía.

Sin embargo, no salió como ellos planeaban. El virus era inestable. Los ensayos no habían durado lo bastante, y Croatoa mutó. En contacto con el ADN sintético extremadamente modificado de sus huéspedes, comenzó a producir unos efectos imprevistos, y sus víctimas empezaron a desarrollar nuevas y terribles mutaciones. La mayoría moría, convertidos en engendros informes, pero algunos no. Unos pocos se transformaron, cambiados en algo inhumano; monstruos enloquecidos que comenzaron a destruirlo todo a su paso. Seres que se arrastraban en la oscuridad sembrando el terror, con apariencias demoníacas semejantes a grotescas parodias de los individuos perfectos que fueron antes.

Pero no fue eso lo que los puso nerviosos. No a ellos, que caminaban muy por encima del mar de sangre que habían derramado. No a ellos, que se habían apropiado de todas las revoluciones, que habían hecho suyo todo cuánto jamás había existido, que habían escrito a costa de todos las páginas de la historia. Lo que los puso nerviosos, lo que realmente hizo que se estremecieran de pánico, fue que su antídoto ya no servía de nada. Ellos también tendrían que sufrir los males que habían reservado para los demás. Si existiera algo de justicia en el Universo, si alguna deidad bondadosa velara por nosotros, ellos habrían debido de morir como todos, retorciéndose de dolor en el fango entre el fuego y la ceniza, o siendo devorados por las monstruosidades mutadas que habían creado. Y sin embargo...

Primero llegó la luz cegadora a los campos de batalla.

El clamor de las armas quedó ahogado por un estruendo, y luego se hizo el silencio. La lucha terminó al instante.

Todos miraban las estelas de las naves que ascendían más allá del firmamento. Miles de ellas por todo el mundo."

12 de noviembre de 2010

Campaña El Precio de la Libertad: Introducción. Parte I.


"Master, master, where're the dreams that I've been after?
Master, master, you promised me only lies"

Metallica - Master Of Puppets



"Viviamos en una época de milagros. La sublimación de una sociedad potenciada por una tecnología que no paraba de mejorarse a sí misma. Nuestros cuerpos eran templos inmaculados diseñados nucleótido a nucleótido, construidos por científicos artesanos que manipulaban nuestra genética como el escultor domina la piedra. La enfermedad, al menos en el primer mundo, era un mal decadente, que desaparecía como un sueño turbio en la memoria. Nuestras vidas eran largas, más largas que nunca. Por fuera, nos asemejábamos a dioses. Por dentro, nuestros demonios callaban, aletargados por una vida plena, servida en bandeja de plata.


Descubrimos un nuevo hogar. Un nuevo planeta, que volvió a llenar nuestras mentes de la excitación por lo desconocido, del sueño de la conquista. Nos dio un objetivo trascendental, cuando ya lo teníamos casi todo. Y emocionados, cuando nuestros líderes nos hablaron y nos encomiaron a investigar, a trabajar por un medio para alcanzar ese nuevo planeta, la humanidad al unísono se puso a ello. Antiguas potencias enfrentadas durante siglos se dieron la mano. Las más ricas tendieron su ayuda a las menos afortunadas. En los medios, en los hogares, en la calle. Estaba en todas partes. Viajaríamos lejos, muy lejos, y construiríamos un futuro más allá de nuestro planeta. Consumaríamos el sueño más grandioso de la humanidad. Justificaríamos con la consecución de la más grande epopeya nuestra misma existencia.

Lo estábamos logrando. Trabajamos juntos y creamos lo que parecía imposible. Encontramos una forma de viajar enormes distancias por el universo. Y entonces se hizo un pacto solemne. La colonización sería un proyecto global. No habría potencias por encima de otras que pudieran clavar su bandera en la nueva tierra antes que las demás. La página más importante de la historia se escribiría entre todos. Así, se comenzó a construir un puerto gigantesco, en un sitio decidido en común, así como las enormes naves, grandes como ciudades, que llevarían a todo aquel que quisiera más allá del espacio hacia su nuevo hogar. Era nuestra obra maestra, y conforme el sueño se hacía más real, en todo el mundo crecía la excitación. Rebosábamos de optimismo.

Nos engañaron. Pensamos que el sueño era compartido por todos, pero solo era una máscara, un vodevil. Nuestros líderes tenían sueños distintos: sueños de gloria, sueños de poder, sueños humanos. Descubrieron que algunas potencias estaban llevando por separado sus propios planes para la conquista. Construían sus naves, escondían su tecnología a las demás, o se la robaban en secreto entre ellas. El proyecto unificado era una farsa. Un hueso que nos arrojaron mientras tejían la ruina de todos.

Nos manipularon. Con el tiempo, los dueños del mundo se enteraron de su mutua traición y vieron sus intereses peligrar. Los intereses de todos, nos decían. Cuando terminaron con sus campañas de odio, mentiras y acusaciones, la gente rugía con ira hacia sus vecinos, pidiendo a gritos un horror que hacía tiempo nuestros líderes ya venían preparando. Solo hacia falta que perdiésemos de vista lo importante, que nuestras mentes se volvieran un poco más pequeñas. Mentes adecuadas para la guerra.

Cuando al fin estalló, las consecuencias fueron...Inimaginables. La ciencia que podía llevarnos más allá del cielo nos sumió en el peor de los infiernos. Soldados modificados genéticamente sembraban el terror por el mundo, con cuerpos diseñados para matar y crear dolor con la eficacia de deidades enfurecidas. Allá donde dos ejércitos se encontraban, la tierra quedaba incinerada, las ciudades arrasadas y los cielos negros de ceniza. Las mentes que habían erradicado las enfermedades creaban otras, mucho más terribles, que se usaban como armas. Genocidios invisibles que acababan con millones, soldados y civiles por igual. Y sin un claro vencedor, la guerra se prolongaba. Poco a poco, mes a mes, año a año, íbamos un poco más lejos, ampliando los límites de la barbarie, forzando el reloj del fin del mundo.

Hasta que al final, llegó Croatoa..."